El próximo mes, en Copenhague, se celebrará la cumbre del Cambio Climático que debería sustituir al Protocolo de Kioto, y buscar nuevos y más concretos para limitar las emisiones de CO2 y otros gases contaminantes. Pero antes de empezar, ya ha fracasado. Había demasiadas expectativas puestas… Tantas son las esperanzas puestas, que se ha bautizado esta conferencia comoHopenhaguen.
Y es que las dos mayores potencias del mundo, Estados Unidos y China han dicho que por diversos motivos no van a tomar ninguna decisión final. Lo que harán en su lugar será un acuerdo en dos etapas, y que, en realidad, consiste en hacer en Copenhague una mera declaración de intenciones. Las decisiones finales se aplazarán, en principio, hasta una cumbre que se celebrará el año que viene en México.
Ya estaba claro que Copenhague estaba plenamente en manos de Estados Unidos y China, que se habían dado de plazo hasta la actual gira de Obama por Asia para encontrar un arreglo satisfactorio para ambos. Pese a la clara intención del presidente norteamericano de avanzar en esta materia, ese arreglo no ha sido, finalmente, posible tanto por la resistencia de China como por laincapacidad del Congreso estadounidense de aprobar una legislación energética compatible con los propósitos de Copenhague.
La ley estadounidense es complicada, y veo normal que Obama no quiera firmar nada que no sea finalmente aceptado por el Congreso de su país, porque no serviría para nada como no ha servido el Protocolo de Kioto.
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